Antes se pensaba que las máquinas con inteligencia artificial eran cosa del futuro, pero hoy, el futuro es ahora. La inteligencia artificial y la robótica están transformando numerosos sectores y el potencial de uso de estas tecnologías es enorme. La robótica impulsada por la IA ya se está encargando de tareas repetitivas en las fábricas, de repartir comida a domicilio e incluso de conducir nuestros coches por nosotros. A medida que las aplicaciones de la inteligencia artificial y la robótica siguen ampliándose, estos campos están preparados para ofrecer también más oportunidades profesionales.
La robótica es el campo académico centrado en el diseño y la construcción de robots que pueden programarse para realizar tareas de forma autónoma. El objetivo de la robótica es automatizar tareas tediosas o peligrosas para que no tengan que hacerlas los humanos. Muchos robots se utilizan en fábricas, levantando objetos pesados o haciendo trabajo de cadena de montaje repetitivo. Un humano puede sentirse frustrado por el tedio de estas tareas o lesionarse haciéndolas, pero un robot seguirá la misma indicación al mismo ritmo sin quejarse. Esto significa que el trabajo se realiza de forma más eficiente, mientras que los humanos pueden centrarse en hacer tareas más interesantes y menos agotadoras físicamente.
Los robots modernos suelen incorporar IA, pero no son lo mismo. La forma más sencilla de verlo es que los robots son máquinas sin cerebro, mientras que la IA es como un cerebro informatizado.
Los robots son autómatas programados para realizar una tarea específica. A menudo, esta tarea requiere poco o ningún pensamiento: No se necesita mucha capacidad mental para coger un tornillo y atornillarlo en un agujero una y otra vez, por ejemplo, o para recoger repetidamente una caja en una cinta transportadora y colocarla en una segunda cinta transportadora que está detrás.
Por otro lado, la IA es una tecnología que permite a un ordenador pensar, aprender y resolver problemas. Muchas aplicaciones de la IA son piezas de software que utilizamos en ordenadores u otros dispositivos digitales. Sin embargo, la IA también puede incorporarse a los robots, dándoles la capacidad de llevar a cabo tareas físicas con una inteligencia similar a la humana. Por ejemplo, hay empresas que han creado robots de reparto capaces de llevar a casa los pedidos de comida para llevar de un restaurante. Para ello, el robot utiliza la IA para navegar por su entorno, siguiendo un mapa del punto A al punto B y ajustando su trayectoria para evitar obstáculos como coches y peatones.
La IA puede llevar las capacidades de los robots al siguiente nivel, permitiéndoles recopilar y analizar datos de su entorno mediante sensores incorporados y, a continuación, emplear el aprendizaje automático para comprender estos datos y realizar las adaptaciones pertinentes. En lugar de limitarse a seguir una instrucción repetida, los robots dotados de IA pueden resolver problemas y tomar decisiones basándose en la información que recogen de sus sensores. Esto puede ser tan sencillo como decidir rodear un buzón en lugar de chocar contra él o tan complejo como detectar vibraciones en su interior para saber cuándo necesitan mantenimiento.
Algunos de los usos más conocidos de la IA y la robótica juntas son el creciente número de dispositivos robóticos que pueden moverse, así como sentir y adaptarse a su entorno. Un ejemplo obvio son los coches autoconducidos, que pueden mantenerse dentro de su carril, percibir los movimientos de los vehículos y peatones a su alrededor y desviarse para evitar obstáculos. Pero también hay un uso mucho más pequeño y común de este tipo de tecnología: las aspiradoras robóticas, que tienen que percibir su entorno y ajustar su trayectoria para cubrir cada centímetro del suelo mientras sortean los muebles y no se caen por las escaleras. Los robots con inteligencia artificial también aparecen cada vez más en hoteles, donde se utilizan para entregar a los huéspedes lo que solicitan, como comida del servicio de habitaciones o toallas adicionales.
Los robots con IA también pueden encargarse de tareas que requieren una combinación de movimientos rutinarios y criterio, como empaquetar paquetes con artículos de distintos tamaños y pesos para su envío. Y pueden realizar trabajos complejos y precisos que no tienen margen de error, como ensamblar componentes que se utilizarán en naves espaciales.
Muchas de estas creaciones robóticas son diseñadas y construidas por ingenieros en robótica. Los ingenieros robóticos se encargan de crear, instalar, probar y mantener sistemas robóticos en una amplia variedad de campos, desde la asistencia sanitaria hasta la fabricación. Estos profesionales garantizan que los sistemas robóticos funcionen de forma eficaz y segura, y se mantienen al tanto de los últimos avances tecnológicos y trabajan para incorporar estos avances a sus dispositivos y procesos. Los ingenieros en robótica se sitúan a caballo entre los ingenieros mecánicos y los informáticos, aprovechando las habilidades de ambos para resolver problemas y desarrollar la próxima generación de robots.
Gran parte de la investigación actual en este campo se centra en la integración de las capacidades de recopilación de datos de un robot con las habilidades analíticas de la IA. Los sensores de los robots pueden recoger datos detallados sobre su entorno, y la IA puede aprender a partir de estos datos; combinados, el efecto puede ser muy parecido al de un niño pequeño que camina por una nueva zona de juegos, con el robot capaz de moverse y utilizar sus sensores para explorar mientras la IA integra los datos para desarrollar una mejor comprensión del mundo. Se trata de un gran paso hacia el gran objetivo de desarrollar robots con inteligencia general artificial AGI. AGI es lo que vemos en las películas de ciencia ficción: es inteligencia artificial que ha alcanzado un nivel de cognición verdaderamente humano, de modo que la capacidad del robot para pensar, razonar e interactuar con el mundo es la misma que la nuestra.
Gracias por su lectura.